La alarma del despertador suena, pero esta vez no es para ir a la oficina; sino para arrancar la jornada. Me estiro en el saco, perdiendo el calor del interior y sintiendo la humedad que nos cubre. A pesar de haber sido una “noche” despejada todo está empapado, lo que me hace pensar en lo resbaladiza que estará la ruta y en la posibilidad de que haya hielo. Recogemos el vivaq, no sabemos cuándo vamos a volver, y comemos algo de chocolate para animar el cuerpo a las 2:00 a.m.
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Alex sobre Solvay |
Nunca había visto el cielo así, las estrellas se muestran impasibles a la grandeza de la pirámide que se alza ante nosotros. Sólo un estruendo grave y dictatorial me devuelve a la realidad, el trueno de las avalanchas nos recuerdan dónde estamos y lo que nos jugamos.
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David disfrutando de las vistas de la arista |
Arneses a la cintura y con poco más que un polar puesto “echamos a andar”. Al rato de empezar, encontramos las primeras maromas que utilizamos sin dificultad y proseguimos la ascensión hasta una luz verde que nos hace perder el camino. Para entonces ya nos había alcanzado el primer guía, por lo que corregimos el rumbo y nos ponemos a andar a ritmo tras él.
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No pain no gain |
Las trepadas no tienen mayor dificultad antes del refugio Hörnli, la incomodidad la causa la cantidad de cordadas que avanzan sin orden, ni respeto por la misma ruta.
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David en el filo |
Cuando el Sol Comienza a despuntar en el horizonte, ya nos encontramos en el Refugio de Solvay (4.003 m). Esperamos nuestro turno para hacer la última trepada (que está asegurada con parabolts) de IV con bota y hielo. No es complicada, pero el resbalón de uno de los guías nos recuerda, que un error puede ser fatal; por lo que aseguramos todos los pasos usando las piruletas y clavijas instaladas.
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Alex en la arista |
No hay momentos para relajarse y lo divertido está por llegar. Salimos a la cara Norte, completamente nevada y helada. ¡Es la hora de los piolets! Yo continúo abriendo la ruta y disfruto como un enano, hasta que llegamos a la parte horizontal de la arista.
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Acabando el último tramo de mixto |
Aquí el viento sopla con cierta fuerza y nos enfría rápidamente. Pero sólo pienso en asegurar cada paso hasta la cima y ahí está.
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Ya casi estamos |
El reloj marca las 7:25 a.m. eso es buena señal. Nos hacemos unas fotos y comenzamos el descenso lentamente.
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Alex, melena al viento, a 4.478 metros |
La nieve se ha ablandado y no nos sentimos nada seguros; así que, optamos por rapelar largo a largo… esto nos hace eternizarnos en el descenso. Por no asumir el riesgo de los destrepes estamos corriendo un riesgo mayor, el de permanecer demasiado tiempo expuestos en la montaña.
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Fredy, Alex y David en la Cima del Matterhorn |
A las 18:30 llegamos a Solvay agotados y sin apenas haber comido. Nos tomamos un pequeño descanso, comemos algo, bebemos el poco líquido que nos queda y nos lanzamos a por el gran desnivel. Casi siempre mantenemos la misma secuencias de rápel: Fredy-Alex-David o David-Alex-Fredy; yo me había cansado bastante abriendo toda la subida y muy poco a poco iba recuperando en la bajada.
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Ciao cima, ahora comienza lo peligroso del Cervino |
El camino al bajar no es nada evidente y continuamente nos desviamos de la ruta; a pesar de ello, no nos detenemos y vamos reduciendo el desnivel que nos separa del refugio.
Para cuando nos alcanza la noche nos encontramos a apenas 300m de desnivel del Refugio Hörnli. Eso es una mala noticia, porque aunque vemos el refu, estamos en la parte donde es más fácil perderse y en medio de una pared vertical.
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Comenzando el descenso de la Arista Hönrli |
Fredy está realmente cansado (le ha dado la pájara), yo he recuperado un poco pero no estoy del todo bien y David nos mantiene alta la moral. Al fondo del valle, Zermatt celebra el Día Nacional con fuegos artificiales y nosotros estamos atascados en un rápel que no recordamos. Le reforzamos y continuamos descendiendo hasta que el reloj marca las 00:00.
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David en las maromas, con ambiente |
Es la hora de pararnos y hacer una composición de lugar.
- Recursos: hemos perdido parte del material en los rápeles, pero aún tenemos para al menos 7 rápeles más.
- Alimentos: No nos queda líquido, pero tenemos algunas barritas y unas onzas de chocolate.
-Tiempo: son las 12 de la noche, lo que significa que en menos de 3 horas veremos de nuevo a la serpiente de linternas ascender por el camino que hemos perdido.
- Nosotros: Fredy está K.O. del descenso, yo (Alex) estoy cansado del ascenso pero David está fresco y lleno de energía.
Consensuamos parar y “dormir” un par de horas para descansar en una repisa, en la que apenas nos entra el culo. Doblamos la cuerda restante y junto con las mochilas hacemos una capa aislante, que nos protegerá de la roca helada.
No conseguimos dormir, pero sí descansar. David lo tiene claro, está decidido a seguir la línea de rápeles. No sabemos su longitud, ni cuántos hay o de si llegan a un punto muerto, no sabemos si son volados. Sólo sabemos que están hechos cordinos atados a rocas y mallones, son nuestra última esperanza para bajar antes de que amanezca al BASE CAMP.
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David y Alex rapelando |
A un rápel volado, le sigue otro y esto a las 2 de la mañana ¡Surrealista! Encontramos una canal (con nieve, hielo y piedra descompuesta) y vemos una frontal que sale del refugio. Cuando queremos llegar a la base de esa canal, la frontal nos alcanza. Es un montañero que va ha hacer en solitario la ascensión, nos confirma el camino y llenos de satisfacción deshacemos nuestros pasos, llegamos a las primeras maromas y ahí está nuestro vivaq.
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Última foto del descenso |
Ha sido increíble la sensación de llegar a puerto, aunque sean las 4:20 a.m. Nos metemos en el saco con la intención de dormir hasta el amanecer. No sabemos lo que acabamos de hacer, sólo que hemos sobrevivido y que en unas horas estaremos en Zermatt celebrando la realización de un sueño, por nuestros propios medios.